Mi nombre es David, mis padres
murieron en un accidente de coche cuando yo tenía trece años. Mis tíos no
querían saber nada de mí, decían que les recordaba demasiado a ellos. Tuve que
vivir en un orfanato, aunque no me gustaba para nada la idea. Me pasaba los
días viendo jugar a los demás niños, mientras que yo no podía dejar de pensar
en qué sería de mí, mi vida se había convertido en un infierno. No tenía ni
amigos ni familia, lo había perdido absolutamente todo. O por lo menos eso
pensaba yo…
Cuando cumplí quince años, me fui
a vivir a una casa con una familia de acogida, una pareja que tenía un hijo dos
años más pequeño que yo. Esa familia me recordaba demasiado a la mía, ese niño
tenía precisamente la misma edad que tenía yo cuando mis padres murieron. No me
gustaba vivir allí, pero era mucho mejor que un orfanato. Cuando cumplí
dieciséis me regalaron una bicicleta, eso me hizo recordar cuando mi padre me
enseñó a montar por primera vez, fue el mejor regalo que nadie me había hecho
en mucho tiempo. Cada vez me iba sintiendo más acogido en esa casa, me sentía
como uno más de la familia. Cada tarde salía a dar una vuelta con la bicicleta
y siempre terminaba en el mismo lugar, en la playa. Me gustaba sentarme en la
orilla y observar el mar sin pensar en absolutamente nada. Me podía pasar allí
horas y horas hasta que se hiciese de noche.
Los años iban pasando y cada vez me sentía más afortunado, pero sobre
todo, me sentía mejor conmigo mismo.
Gledia Osmeni, 2n d'ESO
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada