dimarts, 8 de maig del 2018


    Mi nombre es David, mis padres murieron en un accidente de coche cuando yo tenía trece años. Mis tíos no querían saber nada de mí, decían que les recordaba demasiado a ellos. Tuve que vivir en un orfanato, aunque no me gustaba para nada la idea. Me pasaba los días viendo jugar a los demás niños, mientras que yo no podía dejar de pensar en qué sería de mí, mi vida se había convertido en un infierno. No tenía ni amigos ni familia, lo había perdido absolutamente todo. O por lo menos eso pensaba yo…

     Cuando cumplí quince años, me fui a vivir a una casa con una familia de acogida, una pareja que tenía un hijo dos años más pequeño que yo. Esa familia me recordaba demasiado a la mía, ese niño tenía precisamente la misma edad que tenía yo cuando mis padres murieron. No me gustaba vivir allí, pero era mucho mejor que un orfanato. Cuando cumplí dieciséis me regalaron una bicicleta, eso me hizo recordar cuando mi padre me enseñó a montar por primera vez, fue el mejor regalo que nadie me había hecho en mucho tiempo. Cada vez me iba sintiendo más acogido en esa casa, me sentía como uno más de la familia. Cada tarde salía a dar una vuelta con la bicicleta y siempre terminaba en el mismo lugar, en la playa. Me gustaba sentarme en la orilla y observar el mar sin pensar en absolutamente nada. Me podía pasar allí horas y horas hasta que se hiciese de noche.

    Los años iban pasando y cada vez me sentía más afortunado, pero sobre todo, me sentía mejor conmigo mismo.

                                                                                                   Gledia Osmeni, 2n d'ESO
   

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada